Su nombre es Darwin Andrés Ávalos Ramírez, es un hombre inteligente, tímido y muy curioso. El segundo de tres hermanos, nacido en un pequeño pueblo del Quindío, criado en Alcalá Valle, en fincas de café, aisladas completamente de la sociedad.
Por cuestiones que aún no cree llegó a la ciudad de Cartago hace 6 años, luego de ser expulsado del lugar donde vivía con sus padres y sus dos hermanos, según él, por causa de un robo que nunca existió, pero sus vecinos aseguran que él y su familia lo cometieron.
A sus 32 años, Darwin se desempeña como reciclador de oficio, pertenece a la Asociación de Recicladores Recuperando Esperanza, luego de laborar en diferentes ámbitos, desde casero de fincas hasta pintor de casas. ¿Cómo llegó al reciclaje?, es una pregunta que para él es confusa y difícil de responder. Todo comenzó cuando llegó a Cartago y conoció a Paola, la madre de sus dos hijos Jefferson de 5 años y Anderson de 8, con quien convivió durante 5 años, para él “la mejor época de su vida” pues lo tenía todo.
Se dedicaba con su compañera sentimental a la venta de arepas, así sostenían a su pequeño hijo Anderson. Hasta el día en que Paola le dio la gran noticia de que otro bebé venía en camino. Para él fue un poco difícil, pues decía que con un hijo le bastaba, por lo cual tomó la nefasta decisión de pedirle a su conyugue que tomara unas pastas para abortar. “Ella no quería, pero lo hizo, y es una culpa que yo tengo que pagar, porque a pesar de eso mi niño nació y ese día me dijeron que tenía una malformación en su cuerpo, Espina Bífida le llaman, es una enfermedad que no tiene cura y es para toda la vida, y yo sé que fue por esas pastas”. Desde ese momento Darwin decidió salir a las calles, sin rumbo, pues según él con su aspecto desagradable, sentiría el rechazo que su hijo va a sentir toda su vida debido a esta grave enfermedad. Paola se alejó, ya que él se sumergió en el mundo oscuro y callejero y “quién va a querer a alguien que está sucio todo el tiempo”. Fue así como en la calle conoció los beneficios del reciclaje, una amiga le recomendó unas capacitaciones que la Corporación Diocesana estaba dictando con el apoyo de El Sena, y allí descubrió que esta labor podría ser un sustento para él, luego de haber perdido a su familia, la cual no ve hace dos años.
Puso en práctica todos sus conocimientos y habilidades, ya que es un hombre bastante inteligente, maneja diferentes temas, cultura, arte, filosofía, ciencias naturales, hasta en temas de salud se defiende; es de los pocos recicladores que culminó el bachiller a temprana edad, a pesar de haber vivido en partes muy lejanas de la zona urbana. En su infancia se la pasaba construyendo juguetes, desbaratando todo lo que su mamá botaba con la intención de arreglarlo, “una vez mi mamá iba a botar el único radio que teníamos, yo lo cogí y lo desbaraté, lo arreglé, aunque solo quedó sirviendo para emisora, porque le saqué el motorcito de la casetera, compré tinta china y me hice unos tatuajes, quedaron feos porque en ese tiempo no sabía ni dibujar”.
Su padre murió hace 8 años, tiene bonitos recuerdos de él; le gustaba acompañarlo a lavar el café y a realizar algunos quehaceres de la finca, luego visitaba los trabajadores, para ver qué hacían en sus tiempos libres, unos fumaban, otros apostaban y solo uno de ellos tallaba la madera.Fue allí donde aprendió un poco sobre este tema y tiempo después lo puso en práctica, ahora trabaja muy bien este arte, además le apasiona.
Darwin dice que la calle es su hogar, de vez en cuando visita a su madre que vive en un barrio de Cartago, pero tienen frecuentes discusiones por su forma de ser, él dice que de alguna forma va a pagar lo que hizo y que viviendo en la calle es la manera de liberar esa culpa tan grande que carga.
Su desempeño como reciclador de oficio es bueno, ya que la Asociación les exige una captación de 500 kg mensuales y su promedio está entre 700kg y 800 kg, además de ser el Vicepresidente de la Asociación, es participativo, le gusta proponer para mejorar el proyecto, no tiene inconvenientes con sus compañeros. Darwin ha demostrado ser una persona capaz de salir adelante a pesar de las circunstancias, ha sabido aprovechar las oportunidades que Corporación Diocesana le ha brindado a través de la Asociación, para él esta institución fue como la guía para realizar su profesión de la mejor manera. Allí ha logrado capacitarse, crear vínculos con sus compañeros, pues este proyecto se ha convertido en su ámbito familiar donde visibiliza sus propósitos y traza sus metas. Antes se encontraba un poco desorientado, él dice que gracias a Corporación Diocesana ha tenido momentos de lucidez, de esperanza, ha visto un camino diferente, una ruta que ha cambiado de forma positiva su realidad.