Una familia numerosa, conformada por cinco hijos: cuatro mujeres y un hombre. María Isabel Cristina Rivas con veintiséis años de edad y Narcizo Murillo con treinta y dos son los padres de estos niños que hacen que su casa esté llena de color y alegría. María Isabel, aparte de dedicar su tiempo a sus hijos, es ama de casa y bordadora; su esposo es operario de horno en la ladrillera Mariscal Robledo.
Vivían en una casa pequeña, ubicada en la invasión Robertulio, su “Rancho”, como ellos suelen llamarle estaba construido con esterilla y zinc. Tenía agujeros en el techo por donde se entraba el agua cada que llovía, las paredes se encontraban llenas de grietas que hacían que poco a poco la vivienda perdiera la estabilidad. Su hijo Kevin David quien tiene síndrome de Down empezó a asistir al INTEI. A través de la Corporación Diocesana, una familia de Estados Unidos conoció el caso de Kevin y decidió apadrinarlo.
Al saber las condiciones en las que se encontraba viviendo Kevin y su familia, sus padrinos, en alianza con la Corporación Diocesana estudiaron algunas posibilidades y determinaron que la mejor manera de ayudarlos era brindándoles la alegría de vivir en un hogar digno. De esta manera los padrinos decidieron donar una cantidad de dinero para el ahorro programado de un plan de vivienda. Así fue como empezaron a soñar con una casa en el barrio Balcones de las Colinas.
Todos los días pensaban en su nuevo hogar, con sus hijos corriendo por toda la casa mientras juegan entre ellos. Cuando llegó el día de la entrega de viviendas por fin pudieron disfrutar de un hogar propio. “Cambia el ambiente de tener un rancho a una casa que es más social”.
Ahora se encuentran en una casa más amplia, duermen más cómodos; los niños pueden salir a jugar con tranquilidad porque el sector donde viven les brinda seguridad.
“Agradecemos primero a Dios porque él nos da las cosas por medio de personas. Dios los buscó a ellos y de cierta manera es un lazo para que nos apoyaran y tuvieran en cuenta; También a la Doctora Melba y su familia quienes apadrinaron a Kevin y, a Monseñor Jairo Uribe por lograr que el sueño de nosotros se hiciera realidad. Que Dios le multiplique estas acciones y siga así con las demás personas” afirman María Isabel y su esposo Narcizo.